Hay líderes que pelean por cargos.
Y hay líderes que pelean por país.
Freddy Superlano eligió lo segundo.
Cuando llegó la hora de las decisiones difíciles, Freddy hizo lo que solo hacen los grandes: renunció a su aspiración por la unidad, apoyó a María Corina sin titubeos y respaldó a Edmundo porque entendió que Venezuela está por encima de cualquier nombre.
Esa es la talla de un estadista.
Esa es la integridad que hoy falta y que él ha representado siempre.
Mientras el régimen intenta quebrarnos con secuestros, torturas y desapariciones, el ejemplo de Freddy nos recuerda algo poderoso:
la libertad avanza cuando la mezquindad retrocede.
Freddy volverá.
Y volverá a la primera línea, sin odios y sin cálculos, para reconstruir su tierra y su país junto a todos nosotros.
El final del régimen está cerca, y cuando llegue, Barinas tendrá a su líder, y Venezuela tendrá a un gigante de regreso.
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