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En medio de la tensión militar que se vive en Venezuela por la operación de EEUU en el Caribe es bueno no olvidar que antes de esto hay una crisis social, política y económica. Venezuela es un país secuestrado por un cartel. Hace un año Nicolás Maduro perdió las elecciones presidenciales de forma humillando y no solo no entregó el poder sino que encarceló a 2mil activistas y forzó el exilio de otros miles. Entre ellos el Presidente Electo Edmundo González Urrutia. Venezuela vive una crisis humanitaria compleja desde febrero de 2013 cuando colapso el sistema cambiario a causa del insostenible modelo socialista. Colapso que se agravó con más controles de precios, controles de cambio y desmantelamiento de las instituciones democráticas. En Venezuela se rompió el hilo constitucional en 2017 cuando el TSJ le quitó los poderes a la Asamblea Nacional de mayoría opositora y se montó una Asamblea Nacional Construyente sin cumplir los requisitos legales. Hoy EEUU está actuando en su interés de acabar con un problema de salud pública nacional. Hoy la discusión internacional está centrada en sí está operación es legal y/o proporcional. Pero por muchos años el mundo no ha hecho nada para proteger los DDHH en Venezuela. De nada ha serivido la ONU ni la Carta Democrática de la OEA. Todas las instituciones internacionales permitieron que en Venezuela se instaurara una dictadura militar sostenida por el petróleo y el narcotráfico. Hoy la operación estadounidense puede no solo desmantelar un foco criminal sino liberar a un pueblo oprimido, ponerle freno a la hambruna del mismo y hacer justicia por todos los jóvenes que sin armas pensaron que se enfrentaban a una dictadura cuando en realidad lo hacian a un cartel.