La Sobrevivencia Silenciosa: Derechos Humanos y la Mujer Venezolana
Si bien la violación de los derechos humanos en Venezuela a menudo evoca la imagen de la mujer privada de libertad, la realidad de la inmensa mayoría se consume en el agotamiento de la vida cotidiana. Los derechos humanos de la mujer venezolana no se vulneran solo tras las rejas; se desmoronan en la cocina vacía, en el silencio de un grifo sin agua y en la desesperación por alimentar a una familia.
La crisis humanitaria compleja ha transformado los derechos esenciales—a la alimentación, la salud, la vivienda y la dignidad—en una carrera de obstáculos diaria. La pregunta persistente no es política, sino visceral: “¿Qué vamos a cocinar hoy? Cómo consigo el pan?” El rol tradicional de la mujer como proveedora y cuidadora se convierte en una carga insostenible, forzándolas a elegir entre medicinas y zapatos, entre la matrícula escolar y el pago de la luz.
Las mujeres venezolanas son las que sostienen la estructura social fragmentada. Son ellas quienes migran, llevando sobre sus espaldas la promesa de un futuro para sus hijos, dejando atrás lo poco que tenían. Los "gritos desgarradores" que se escuchan en la diáspora y en los barrios son el lamento por la pérdida de la autodeterminación, por la humillación de la dependencia y por un futuro que parece permanentemente hipotecado.
Su resistencia, aunque heroica, no debe ser una excusa para la indiferencia. Es un llamado urgente a la acción global para restablecer las condiciones que garanticen su derecho fundamental a vivir una vida libre de miseria y angustia, una vida donde la pregunta “¿Hasta cuándo?” finalmente encuentre una respuesta en la justicia y la recuperación de la dignidad.
Quiero mi libertad!!
Una venezolana rota