Los primeros mercados que usan #Bitcoin intrínsecamente son el de la minería L0 (subsidio por computación) y el de transacciones L1 (comisiones por espacio en un bloque). En ambos casos, todos los participantes gastan e ingresan en #BTC, de manera que no existe dependencia de un activo externo y los incentivos se sostienen únicamente desde dentro del propio sistema.
El siguiente paso natural es la construcción de una L2 con los suficientes incentivos que permitan crear un mercado de enrutamiento, liquidez y canales de pago. En esta capa, quienes bloquean sats para abrir canales aportan capacidad a la red, los nodos que facilitan pagos entre terceros cobran comisiones en sats por enrutar y la gestión de la liquidez se convierte en un recurso escaso que también tiene valor económico. Así, la red evoluciona en capas donde cada una añade un nuevo mercado autosostenido en Bitcoin: primero el cómputo, después el espacio en bloque y más tarde la liquidez.
Esto puede escalar de manera inmensa, incluso en una L3 ofrecer ancho de banda para descentralizar las telecomunicaciones o la computación en la nube… todos los servicios digitales del mundo que cualquiera podría empezar a ofrecer.
De esta manera, Bitcoin consigue escalar preservando sus propiedades fundamentales, porque cada nivel se sostiene en incentivos internos denominados en la misma unidad: #sats. Esto lo convierte en un sistema único, capaz de generar su propia economía desde la base y de expandirse de forma orgánica a través de mercados internos donde todos los actores, sin excepción, participan en #Bitcoin.
Todos estos pensamientos e intuiciones parten de una nueva “ciencia” que estoy empezando a estructurar la cual he pensado en llamar “Energonomía”, ley basada en energía