La botella marrón de Polar giró sobre sí misma, rodó hacia el borde de la mesa de formica y justo cuando caía, la mano de “Pimentón” la detuvo. La mujer, una mulata pasada de quilos y años, logró sacar la otra mano del hombre de la estrecha licra por donde bajaba hacia las nalgas. Coño, pareces un pulpo - dijo “Pan y Agua”. Los tres hombres soltaron una carcajada. La mulata se levantó de las rodillas de “Pimentón”. De repente serio, se secó las gotas de sudor de la frente, bebió un trago de cerveza de la botella, eructó y señaló a las mujeres. Váyanse, putas... vamos a hablar vainas de hombres. Las dos mujeres, la mulata y una jovencita, casi una niña, vestidas con licras y franelitas que dejaban al descubierto ombligos y barrigas, se alejaron. Tráenos otras frías y desaparécete... gritó uno de ellos, entre el humo de los cigarrillos y la changa que retumbaba. “Pan y Agua” y “Pimentón” acercaron las cabezas para hablar. “Santy”, aferrado a su botella, parecía ajeno a la conversación. La vaina es hacer tres o cuatro trabajos seguidos. Ya tengo mosqueados a tres... El mejor día es el domingo. La mejor hora, la seis...
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